La longevidad de una especie es la edad en la que, si vive en una estación apropiada, se mantiene en perfectas condiciones de vitalidad.
La longevidad a igualdad de estación y de especie tiende a ser mayor cuando el individuo ha vivido aislado que cuando forma parte de una masa, es por esto por lo que se puede hablar de longevidad específica y longevidad forestal.
La precisión de forma exacta de la longevidad de las especies forestales tiene muchas dificultades y hay que especificar si la edad es:
Longevidad teórica: edad en la que se produce la muerte o el decaimiento fisiológico muy acusado del individuo.
Longevidad práctica: edad en la que la producción de semillas fértiles deja de existir, por lo que no se espera regeneración.
Otra forma de expresar la longevidad práctica es la edad en la que la carencia de crecimiento importante, hace que carezca de interés mantener el individuo en la masa.
Factores que influyen en la longevidad:
Estacionales. En las estaciones favorables para la vida de una especie, la longevidad se incrementa, al contrario de lo que ocurre en estaciones con factores cercanos a valores limitantes.
Espesura. La espesura excesiva a lo largo de la vida del individuo reduce su longevidad.
Características de la especie. Las especies de crecimiento rápido suelen presentar longevidades más cortas. Las especies con capacidad de brotar de cepa o raíz son más longevas debido a la prolongación de vida que suponen los brotes.
Importante para determinar el turno de aprovechamiento, aplicando criterios selvícolas (falta de fructificación, riesgos de plagas y enfermedades) o económicos (perdida de crecimiento, disminución de la producción de corteza o fruto).